domingo, 11 de julio de 2010

INTELIGENCIA EMOCIONAL



INTRODUCCION

Desde tiempos remotos, el humano ha buscado explicaciones sobre su creación, su evolución, su desarrollo... en fin. Un sinfín de búsquedas que han ido tras las respuestas a los dilemas humanos.

Hasta 1979, cuando un grupo humanista holandés, la Fundación Bernard Van Leer, le encargó al investigador estadounidense Howard Gardner, dedicarse a investigar el potencial humano, tema poco estudiado hasta es momento.



A pesar de que Gardner ya había estado pensando en el concepto de “muchas clases de mentes” desde por lo menos mediados de la década del setenta, fue la publicación de su libro Frames of Mind (Estructuras de la Mente) en 1983, lo que marcó el nacimiento efectivo de la teoría de las inteligencias múltiples.

La orientación crítica de Gardner hacia el concepto tradicional de inteligencia, está centrada en los siguientes puntos:
• La concepción dominante ha sido que la inteligencia puede ser medida en forma pura, con la ayuda de instrumentos estándar.
• Su estudio se ha realizado en forma descontextualizada y abstracta, con independencia de los desafíos y oportunidades concretas, y de factores situacionales y culturales.
• Se ha pretendido que es una propiedad estrictamente individual, alojada sólo en la persona, y no en el entorno, en las interacciones con otras personas, en los artefactos o en la acumulación de conocimientos.

Gardner propone un enfoque de inteligencias múltiples. Se trata de un planteamiento que permite llevar el fenómeno de la inteligencia más allá del universo de lo cognitivo.

Para este autor una inteligencia es la "capacidad de resolver problemas o de crear productos que sean valiosos en uno o más ambientes culturales", (1994; 10). Lo característico de su teoría consiste en reconocer la existencia de ocho inteligencias diferentes e independientes, que pueden interactuar y potenciarse recíprocamente. La existencia de una de ellas, sin embargo, no es causa para la existencia de alguna de las otras.

Al definir la inteligencia como una capacidad, Gardner la convierte en una destreza que se puede desarrollar, y no niega el componente genético, ya que todos nacemos con potencialidades marcadas por la genética, pero se van desarrollando de una manera o de otra dependiendo del medio ambiente, nuestras experiencias, la educación recibida, etc. Ningún deportista de elite llega a la cima sin entrenar, por buenas que sean sus cualidades naturales. Lo mismo se puede decir de los matemáticos, los poetas, o de la gente emocionalmente inteligente.

Howard Gardner añade que igual que hay muchos tipos de problemas que resolver, también hay muchos tipos de inteligencia. Gardner, y su equipo de la universidad de Harvard, han identificado ocho tipos distintos:



- Inteligencia Lógico-matemática, la que utilizamos para resolver problemas de lógica y matemáticas. Es la inteligencia que tienen los científicos. Se corresponde con el modo de pensamiento del hemisferio lógico y con lo que nuestra cultura ha considerado siempre como la única inteligencia.
- Inteligencia Lingüística, la que tienen los escritores, los poetas, los buenos redactores. Utiliza ambos hemisferios.
- Inteligencia Espacial, consiste en formar un modelo mental del mundo en tres dimensiones, es la inteligencia que tienen los marineros, los ingenieros, los cirujanos, los escultores, los arquitectos, o los decoradores.
- Inteligencia Musical es, naturalmente la de los cantantes, compositores, músicos, bailarines.
- Inteligencia Corporal-kinestésica, o la capacidad de utilizar el propio cuerpo para realizar actividades o resolver problemas. Es la inteligencia de los deportistas, los artesanos, los cirujanos y los bailarines.
- Inteligencia Naturalista, la que utilizamos cuando observamos y estudiamos la naturaleza. Es la que demuestran los biólogos o los herbolarios.
- Inteligencia intrapersonal es la que nos permite entendernos a nosotros mismos. No está asociada a ninguna actividad concreta.
- Inteligencia interpersonal, la que nos permite entender a los demás, y la solemos encontrar en los buenos vendedores, políticos, profesores o terapeutas.

La combinación entre la inteligencia intrapersonal y la interpersonal conforman la llamada Inteligencia Emocional, las cuales, en conjunto, determinan nuestra capacidad de dirigir nuestra propia vida de manera satisfactoria.


LA INTELIGENCIA EMOCIONAL.

Si la inteligencia es el conjunto de capacidades que nos permite resolver problemas, la inteligencia emocional es el conjunto de capacidades que nos permite resolver problemas relacionados con las emociones, con nuestras emociones (inteligencia intrapersonal) y con las de los demás (inteligencia interpersonal).



Daniel Goleman dice que tenemos dos mentes, una que piensa y otra que siente.
Cuando hacemos un examen, de poco nos sirve saber las respuestas si nos ponemos tan nerviosos que no somos capaces de contestar las preguntas adecuadamente. Naturalmente tampoco es suficiente estar tranquilo, hay que saber las respuestas del examen y saber mantener la calma. Pero mientras que normalmente pasamos mucho tiempo aprendiendo y enseñando las respuestas del examen, no solemos dedicarle ni un minuto a aprender o enseñar cómo controlar los nervios o cómo calmarnos.

Nuestro sistema educativo no es neutro, no le presta la misma atención a todos los estilos de aprendizaje, ni valora por igual todas las inteligencias o capacidades. No hay más que mirar el horario de cualquier escolar para darse cuenta de que la escuela no le dedica el mismo tiempo a desarrollar la inteligencia corporal-kinestésica, como a la inteligencia lingüística, por dar un ejemplo. En cuanto a la inteligencia emocional, la escuela simplemente la ignora. No es tanto que no la considere importante, si no más bien, su aprendizaje se da por supuesto.

El colegio no hace más que reflejar la visión de la sociedad en su conjunto. A nadie le extraña que un alumno tenga que hacer muchos ejercicios para aprender a resolver ecuaciones, sin embargo, no nos planteamos la necesidad de adiestrar a nuestros alumnos en como prestar atención durante una conversación.

Mejor dicho, no lo hacemos porque nunca lo hemos considerado parte de nuestra tarea. Lo que se está planteando ahora por primera vez es que, de la misma manera que practicamos y desarrollamos la capacidad de escribir o de hacer deportes, podemos desarrollar y practicar el conjunto de capacidades que nos permiten relacionarnos de manera adecuada con el mundo exterior y con nosotros mismos, es decir la INTELIGENCIA EMOCIONAL.

El término “Inteligencia Emocional” surge en las investigaciones del americano Howard Gardner, con sus estudios sobre las inteligencias múltiples. Luego, en 1990, aparece en un escrito de los psicólogos americanos Peter Salovey y John Mayer. Sin embargo, fue con la publicación del libro “La Inteligencia Emocional” de Daniel Goleman, en el año 1995, cuando el concepto se difundió rápidamente.

La inteligencia emocional es la capacidad de comprender emociones y conducirlas, de tal manera que podamos utilizarlas para guiar nuestra conducta y nuestros procesos de pensamiento, para producir mejores resultados.

Goleman construye su proposición de inteligencia emocional sobre los hallazgos científicos de tres investigadores principales, McClelland, Gardner y LeDoux, incorporando las aportaciones de muchos otros científicos como Salovey y Csikzentmihalyi.

Howard Gardner a partir de sus investigaciones, define la inteligencia interpersonal como la capacidad de comprender a los demás: qué los motiva, cómo actúan, cómo relacionarse o cooperar satisfactoriamente con ellos. La inteligencia intrapersonal es definida como la capacidad de formarse una idea rigurosa y verídica de uno mismo y ser capaz de usar esa idea para operar de forma efectiva en la vida. Serán estos dos últimos tipos de inteligencia pilares básicos en el concepto de inteligencia emocional que proclama Goleman.

Joseph LeDoux ha sido la influencia más reciente de Goleman. Investigador de neurofisiología, en su libro El Cerebro Emocional, publicado en 1996, divulga sus hallazgos acerca de los circuitos neuronales del cerebro. Nos hace caer en la cuenta de que la emoción precede al pensamiento, y nos explica por qué los procesos de raciocinio que tienen lugar en el neocortex, la parte más joven del cerebro en la historia evolutiva del hombre, van muchas veces a la zaga o en contra de los impulsos de la amígdala, el corazón de la parte más arcaica del cerebro. Con sus investigaciones reivindica y prestigia nuestra realidad emocional como seres humanos.


Goleman hace de los nuevos conocimientos de la neurofisiología del cerebro un pilar básico en la teoría de la inteligencia emocional. Y específicamente utiliza los hallazgos sobre la amígdala para llamar la atención sobre uno de sus conceptos más populares: "el secuestro de la amígdala": aquellas ocasiones en las que nuestros sistemas de alarma accionan la parte más rápida y primitiva del cerebro, provocando una actuación inmediata con una fuerte carga emocional, que nos conduce finalmente a una situación peor que la inicial.

En 1990 Peter Salovey y John Mayer, basándose en las tesis de las inteligencias múltiples de Gardner, definen inteligencia emocional en función de 5 dimensiones:
- Autoconocimiento.
- Autorregulación.
- Motivación de uno mismo.
- Empatia
- Gestión de las relaciones.

Con estas piezas, Goleman completa un puzzle, definiendo y llevando a la práctica la inteligencia emocional. Basándose en investigaciones recientes, reivindica la importancia de las emociones en la vida personal y profesional, y nos ayuda a convivir con los binomios razón-emoción, mente-corazón, lo que pone de manifiesto el papel de formas alternativas de inteligencia relegadas hasta ahora en el mundo de la educación, donde los conocimientos y las aptitudes intelectuales han dominado durante décadas. Y explica cómo el éxito está ligado a un conjunto de dimensiones y competencias emocionales que pueden ser desarrolladas a lo largo de la vida.

Goleman plantea la necesidad de centrarse en los componentes básicos de este concepto, con el fin de comprenderlos mejor. Estos componentes tendrían su origen en la capacidad de las personas de tener conciencia emocional, entendida como una dimensión de la conciencia de si mismo. Esta última se traduce en la atención progresiva que dirigen los sujetos a sus estados internos, proceso mediante el cual la mente observa e investiga la experiencia misma, incluida las emociones. Se trata entonces de una autoconciencia meta-suspendida por encima o a aun costado de la corriente principal, de la cual es precisamente consciente, y que, en el mejor de los casos permite una conciencia ecuánime de sentimientos apasionados y turbulentos.

De este modo, la habilidad de saber lo que sentimos mientras la emoción se agita en nuestro interior es, a juicio de Goleman (1996), la habilidad fundamental de la inteligencia emocional, y la base para sus otras competencias. Este rol central de la conciencia de las propias emociones se explica por el hecho de que, aún cuando puede distinguirse lógicamente entre ser conscientes de los sentimientos y actuar para cambiarlos, en la práctica ambos fenómenos suelen ir juntos. Es aquí donde el reconocimiento de los propios sentimientos y emociones que deseamos modificar, otorga un poderoso agregado a los esfuerzos que hagamos por no actuar movidos por ellos, al brindarnos la posibilidad de tratar de librarnos de su influencia en ciertas circunstancias. Esto es, en definitiva, lo que nos permite actuar con más libertad, intentando no guiarnos ciegamente por el impulso emocional.

En términos neurologicos lo anterior se traduce en un sutil cambio mental que marca la diferencia entre sentir una rabia y decirse uno mismo “esto que siento es rabia”, lo cual implica que los circuitos neocorticales están controlando activamente la emoción. Para que esto se constituya como el primer paso del autodominio, la emoción tiene que ingresar a la conciencia, pudiendo entonces, la persona, evaluar la situación y sus sentimientos, regulándolos y cambiándolos, según seas su conveniencia.

El paso siguiente el la inteligencia emocional consiste entonces, en alcanzar este autodominio, habilidad entendida como el cuidado e inteligencia para conducir la propia vida. La raíz del autocontrol emocional es nuestra capacidad para resistir al impulso que conlleva toda emoción, llevando a esta a una reflexión.

Por otra parte la conciencia emocional también es la base para otra habilidad esencial de la inteligencia emocional que se pone a prueba en una amplia gama de situaciones de la vida como lo es la empatia, la habilidad de saber lo que siente otro. Al tener esta comprensión, es posible actuar de manera de dar nuevas formas a esos sentimientos, es decir, manejar las emociones de otros, capacidad que se constituye en algo esencial para mantener relaciones interpersonales.

Otro factor importante para mantener relaciones interpersonales son las habilidades sociales, que le permiten a uno dar forma a un encuentro, movilizar o inspirar a otros, prosperar en las relaciones intimas, persuadir e influir, tranquilizar a los demás. Parte importante de estas habilidades involucran además la capacidad de expresar adecuadamente los propios sentimientos, según convenciones sociales, con el propósito de contextualizar nuestras emociones con las presentes en el encuentro interpersonal.

Goleman plantea dos ámbitos claves en el autocontrol emocional. Por un lado, tenemos las ocasiones en que nuestras emociones entorpecen nuestra capacidad para pensar, planificar, desarrollar acciones orientadas a una meta distante, resolver problemas y conflictos, entre otros. Este es el caso de emociones como la preocupación crónica, la ira y los sentimientos depresivos, en los cuales la emoción interrumpe la concentración.

El otro ámbito que plantea Goleman se refiere al papel que ejerce la motivación positiva, es decir, el ordenamiento de los sentimientos de entusiasmo, celos y confianza en los logros. Como nos podemos imaginar, el que estemos motivados por sentimientos de entusiasmo y placer respecto a lo que hacemos, inclusive por un grado adecuado de ansiedad, constituye un componente necesario para alcanzar logros y metas.

De esta manera, ambos aspectos del autodominio nos permiten comprender en qué sentido la inteligencia emocional, según este autor, define el límite de nuestra capacidad para utilizar nuestras habilidades mentales innatas, determinando así nuestro desempeño en la vida. Es en este sentido, que se plantea la inteligencia emocional como una habilidad superior, es decir, como una capacidad que afecta a las demás, facilitándolas e interfiriéndolas.

En resumen, Goleman divide la Inteligencia Emocional en cinco componentes principales, los cuales son:

1. EL AUTOCONOCIMIENTO
Consiste en conocer los propios estados internos, preferencias, recursos e intuiciones.

2. LA AUTORREGULACIÓN
Consiste en manejar los propios estados internos, impulsos y recursos.

3. LA MOTIVACIÓN
Son las tendencias emocionales que guían o facilitan la obtención de las metas.

4. LA EMPATÍA
Es la captación de sentimientos, necesidades e intereses de otros.

5. LAS HABILIDADES SOCIALES
Son las habilidades para inducir en los otros las respuestas deseadas.




ENTREVISTA



Fecha entrevista: 05 de julio del 2010
Ana del Carmen Bustos Ceballos
Psicóloga
28 años


1.- La Inteligencia Emocional ¿dónde está presente? ¿está presente en todo ser humano?
R: Se encuentra presente en todo ser humano, ya que, primeramente se desarrollan en las personas los sentimientos y emociones como forma instintiva y/o primitiva, y después este da paso a los pensamientos, así podemos decir que tenemos en nuestro cerebro la capacidad de tener dos tipos de inteligencia; la intelectual y emocional, siendo las dos muy necesarias para lograr el éxito en la vida.

2.- ¿En que afecta la Inteligencia Emocional en la persona? ¿Podría dar alguna referencia positiva?
R: Un efecto positivo es llegar a alcanzar el éxito en su vida cotidiana o en lo que se quisiera emprender, lograr alcanzar sus metas, etc. Esto si las emociones son utilizadas de buena forma, saber como controlarlas y en qué medidas utilizarlas, siendo muy importantes para desenvolverse en la sociedad, en el medio que nos rodea.

3.- ¿Cuál sería una referencia negativa y por qué afectaría más?
R: Las emociones y sentimientos que tenemos, si las clasificamos contaríamos con algunas que son de carácter positivas y otras negativas, por lo que si no las podemos manejar y controlar, se puede causar daño a si mismo o a los demás, o puede ser que un desborde de emociones sin control puedan causar desordenes en los pensamientos o en su normal función, alterando el normal funcionamiento en el complemento total de lo que es el ser humano.

4.- ¿Que personaje, escritor o historiador admira y por qué?
R: Un personaje que admiro muchísimo es Coco Legrand, humorista Chileno que con sus monólogos muestra las actitudes y rasgos comunes de nuestra sociedad, pero lo hace forma graciosa que puede jugar con eso y que además hace que uno se sienta de alguna manera representada con sus historias. Este humorista puede manejar tan bien las situaciones y gustos de las personas, que de alguna manera deja agradado a su público, causando admiración por algo que para el común de las personas resulta algo simple, pero se debe tener mucha inteligencia emocional y también intelectual para poder tener el éxito que se quiere.




CONCLUSIONES

Observando las noticias en televisión, pude reflexionar sobre lo que ocurre en nuestra sociedad, y relacionarla con el tema de la inteligencia emocional.

Cada día hay al menos 2 adolescentes envueltos en rencillas, ya sean por drogas, alcohol, delincuencia, entre otros temas. ¿Y como solucionan sus problemas? De la manera más rápida: armas punzantes o de fuego.

Se escuchan comentarios que dicen “eso es normal”, “se ve a diario” o “así está la juventud de hoy en día”. Pero hubo un comentario que escuché que me hizo pensar sobre lo que ocurre, y decía algo así “estos chicos no son muy buenos en evitar las disputas”.

Una de las razones de que carezcan de estabilidad básica de la vida es, por supuesto, que esta sociedad no se ha molestado en asegurarse de que todos los niños cuenten con la enseñanza que les facilite lo esencial en el manejo del enojo o en la solución positiva de los conflictos, ni en enseñar empatia, control de los impulsos, ni ninguno de los fundamentos de la aptitud emocional. Mucha enseñanza de letras y números, olvidando la formación de personas. Dejando que los niños aprendan esto por su cuenta, nos arriesgamos a perder la posibilidad de que la lenta maduración cerebral ayude a los niños a cultivar paulatinamente la creación de un saludable repertorio emocional.

A pesar del fuerte interés que algunos docentes han demostrado en la instauración de modelos de vida, por nombrarlos así, en sus alumnos, estos aún son excepcionales; la mayoría de los profesores, directivos y apoderados, saben de su existencia, pero lo obvian, argumentando que es formación proveniente del hogar, siendo que en un futuro cercano, seremos nosotros los encargados de educar y formar personas que aporten a esta sociedad en la que estamos inmersos.

Por supuesto, ningún programa, ni estudio, ni libro es una respuesta para todos los problemas. Pero dada la crisis que enfrentamos y enfrentan nuestros niños, y la esperanza que surge, con la posibilidad de inculcar “valores” en nuestros alumnos para que sean personas, antes que genios eruditos, debemos preguntarnos ¿no deberíamos estar enseñando estas habilidades esenciales para la vida de todos los niños, ahora más que nunca?
Y si no es ahora, ¿Cuándo?


“La esperanza principal de una nación radica en la
educación adecuada de su juventud”

Erasmo.


BIBLIOGRAFIA

ARMSTRONG, T. (1999) “Las inteligencias múltiples en el aula”
Paidós. Barcelona, España

GARDNER, H. (1994) “Estructuras de la mente”
Fondo de Cultura Económica. Ciudad de México, México.

GOLEMAN, D. (1996) “La Inteligencia Emocional”
Javier Vergara Editor. Buenos Aires, Argentina.

ROSAS, R. (1999) “Introducción a la Psicología de la Inteligencia”
Ediciones Universidad Católica de Chile. Santiago, Chile.



Daniela Novoa C.
Bases Filosóficas
Pedagogía Básica
IPP 2010.